Las distintas instituciones de educación han sido creadas alrededor del mundo para diversos fines y funciones. En este contexto, se puede afirmar que los de educación superior en particular (es decir: las universidades y los institutos superiores) están relacionados al conocimiento humano, llegando incluso a ser reconocidas1 como las organizaciones encargadas de su generación, conservación, avance y difusión, por antonomasia (Oviedo Sotelo, 2019). Otra realidad es que los fines y funciones de la educación superior han venido variando a lo largo del tiempo, en sus varios siglos de desarrollo.
Las instituciones de educación superior poseen diversos fines y funciones, desde su creación hace varios siglos, como formación profesional e investigación; pero también están la extensión y la cultura (conservación, promoción, difusión, generación, etc.), que si bien no son las más reconocidas o las que reciben mayor atención, su presencia es muy importante en dichas instituciones, hasta el punto de ser contempladas en las constituciones y leyes. En Paraguay y Latinoamérica ha crecido el lugar dado a la extensión, con el impacto que esto genera en las sociedades, además, se están buscando más espacios para la promoción o gestión cultural en estas instituciones, entendida como una función distinta a la de extensión, con sus ventajas y aportes.
Los modelos de universidad, de hecho, están orientados a: la formación profesional, sea genérica o con énfasis en lo estatal (el modelo oxbridge, el napoleónico y el soviético); la investigación científica (el humboldtiano); o, ambas (el norteamericano) (García Garrido, 1999). Tradicionalmente, las instituciones superiores son conocidas más que nada por estas dos actividades o fines. Es usual, además, que algunas personas circunscriban su “motivo de ser” solamente a los mismos, e incluso exclusivamente al primero, quizás por influjo de las corrientes “profesionalizantes”.
No obstante, parece claro que las instituciones de educación superior han venido cumpliendo diversas funciones y fines en torno al conocimiento y la ciencia, lo que ha evolucionado a través de los siglos. Hoy en día, aparte de la formación e investigación, surgen con gran ímpetu principalmente la extensión y todo lo referente a la gestión y promoción de la cultura y el arte.
Por último, recordamos que las instituciones de educación superior han estado ligadas por siglos al bienestar de los ciudadanos y de las sociedades, orientando muchas de sus vivencias a la búsqueda de impactos positivos en las vidas de las personas y sus comunidades. Por lo tanto, pareciera necesario enfatizar las potencialidades que poseen estas para influir en una mayor vigencia de la paz, tanto en el Paraguay como en la región y en el mundo. Además, si bien no fueron creadas con ese fin, está claro que es algo que pueden hacer y están haciendo, por lo que es de esperarse que este camino siga acrecentándose, quizás con alianzas con la sociedad civil y los gobiernos, mediante un papel mayor liderando y acompañando en el trabajo contra el cambio climático, las discriminaciones, la injusticia social y la pobreza (entre otros temas de alto interés), lo que, a su vez, terminaría por potenciar una formación con alta sensibilidad sociopolítica, acorde a lo que nuestras sociedades precisan para sus estudiantes.
Más información:
Oviedo Sotelo, D. A. (2023). Extensión y cultura como funciones de las instituciones de educación superior: caminos a la paz. Kera Yvoty: Reflexiones Sobre La cuestión Social, 8(1), 1–22. https://doi.org/10.54549/ky.8.2023.e3547